Vestida con las hojas de otoño del árbol deshojado del amor y aquellas lágrimas que suplicaban porque ese adiós definitivo no se pronunciara. La mirada en el ayer, en la sonrisa, en el café que me llevabas después de horas de trabajo... Añoro ¡sí!, tus besos y tu risa estrepitosa, añoro esa caricia escurridiza cuando estábamos en alguna reunión familiar. Añoro todo lo que fui contigo y la persona que fingías ser conmigo.
viernes, 2 de septiembre de 2011
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